8 de mayo de 2012

Hálitos en la Noche

Susurrantes los árboles, cegados por la belleza de la luna; cascadas de luz tiñendo de blanco las oscuras aguas. Hálitos en la noche, deseosos de unirse al feroz viento en su camino hacia la libertad.

Hálitos que trataban de insuflar vida a esa alma que, extrañada, se observaba a sí misma. Aún arropada, pero desnuda en su interior, vulnerable a las vivencias no vividas, los sueños jamás soñados y los deseos más odiados.

Víctima de su imaginación, viviendo una ficción mucho más real de lo que su mente podía soportar. Permitió a sus sueños volar y el caprichoso viento los separó de ella, desterrándola a su interior más profundo, anhelando ahora más que nunca lo que jamás apreció.

Los cauces de su frustración desembocaron en una lágrima que cayó y distorsionó su reflejo en el agua. Curiosa, observó su nueva figura, concibiéndola más real que ninguna otra. Y de pronto, lo comprendió. Comprendió que a veces, la ficción es la que supera a la realidad, que los sueños pertenecen a quien los hace realidad, y que las ilusiones rotas fueron sueños efímeros, pero sueños cumplidos al fin y al cabo.

Por primera vez, pudo unirse al viento en su largo camino, y alejarse de aquel estanque formado por miles de lágrimas naufragadas. Ahora, sólo ella era responsable de sus suspiros.

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